martes, 16 de mayo de 2017

Las chicas del cable y La casa de papel, las dos caras de la televisión española

En las últimas semanas hemos asistido a los estrenos de dos series españolas muy esperadas: Las chicas del cable, la primera producción nacional de Netflix, y La casa de papel, la nueva serie de Antena 3. Y aunque pueda sorprender, la primera es mucho menos innovadora de lo que cabría esperar de la plataforma en streaming y es la segunda la que arriesga de verdad, siguiendo la estela de Vis a vis, con la que comparte parte del equipo.



Las chicas del cable, una oportunidad perdida.

Para su primera producción española, en Netflix han apostado por una propuesta que recuerda mucho a otras realizadas por la productora Bambú, como Velvet o Gran Hotel, encargada de la serie. Esta nos cuenta la historia de cuatro mujeres en el Madrid de los años 20, que empiezan a trabajar como telefonistas para una gran compañía.

Probablemente porque su estrategia sea atraer a la plataforma al publico asiduo estas series, Bambú ha utilizado todos los elementos habituales de sus ficciones: historia encuadrada en el pasado, con una ambientación cuidada y una cantera de caras conocidas gracias a la televisión. Tenemos al trío de El Internado: Blanca Suárez, Martiño Rivas y Yon González; además de Maggie Civantos (Vis a vis), Ana Fernández (Los protegidos), Nadia de Santiago (Amar es para siempre) y Ana Polvorosa (Aída).

La decisión de tomar este rumbo sería una esperada decepción, un "más de lo mismo", si no fuera por la cantidad de errores que hemos visto en sus capítulos. El más grave es el excesivo uso de voz en off del personaje de Blanca Suárez, innecesaria en la mayoría ocasiones y  que aparece prácticamente cada vez que no hay diálogo, haciendo imposible que el argumento respire. Esta voz no aporta información nueva, y es redundante hasta el nível de ver a la protagonista llegando a su puesto y que la voz en off nos diga algo así como "ahí estaba yo, caminando hacía mi primer día de trabajo"

La serie comente el error de subrayar todas las emociones y pensamientos de los personajes, ya sea porque los repiten de forma constante en voz alta, por esa voz en off o por la banda sonora (música de balada en cada momento romántico). Los personajes siguen el esquema de buenos muy buenos y malos malísimos, lo que hace difícil empatizar con ellos a pesar de contar con interpretaciones competentes.

Las chicas del cable se ha vendido como una muestra de las dificultades que tenían las mujeres en aquella época y todo lo que tuvieron que luchar. Si bien la intención es buena, su feminismo queda un poco básico para la actualidad y, como todo el la serie, también está subrayado y simplificado hasta el exceso (¡soy una mujer independiente!¡no me voy a casar nunca!). Aunque viendo entrevistas como la que sufrieron las actrices en  El Hormiguero o las declaraciones de Yon González, quizá este es el feminismo que necesitamos.

La serie comete el error de no confiar en la inteligencia del espectador, creyendo que es necesario darle todo masticado para que no se pierda. Un error que comenten muchas producciones españolas, aunque poco a poco aparecen productos que nos hacen mantener la esperanza, como La casa de papel.



La casa de papel, un thriller más que decente.

La nueva apuesta de Antena 3, que esta noche estrena nuevo capítulo, está creada por Álex Pina, el hombre detrás de Vis a vis. Y es una digna heredera de aquella serie carcelaria, con la que guarda varios puntos en común: una trama trepidante, actores en su mayoría poco conocidos, personajes al límite, violencia explícita y un estupendo uso del color. Si en Vis a vis fue el amarillo, aquí es el rojo que destaca sobre el resto de tonalidades grisáceas.

La casa de papel narra el robo de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, lugar en el que se fabrican los billetes, por parte de un grupo de criminales con distintas habilidades. La historia está contada desde tres puntos de vista: el de la banda de atracadores, el de los rehenes que han sido retenidos en la Fábrica y el de el grupo policial que intenta rescatarlos.

Al igual que recientes thrillers españoles estrenados en cine, como Cien años de perdón, aquí se produce una identificación entre el espectador y los ladrones, que no son presentados como los villanos de la función, sino como unos Robin Hood que en muchos casos han llegado a su situación por culpa de la precariedad y creen que merecen una recompensa por ello.

Aunque no es uno de sus temas principales, la serie también muestra el machismo de manera mucho más realista que Las chicas del cable gracias al personaje de Raquel (excelente Itziar Ituño), la policía que lidera la operación de rescate y que sufrió malos tratos por parte de su exmarido, lo que es puesto en duda por sus compañeros masculinos.

La serie tendrá una única temporada que se emitirá en dos tandas separadas por el verano. Veremos si consigue mantener el ritmo trepidante de su primeros capítulos, que la convierte en la serie más entretenida y mejor realizada que podemos encontrar actualmente en la parrilla televisiva.




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